La meditación mindfulness
- SebastiÔn Porrúa
- 12 nov
- 2 Min. de lectura
La meditación nos vuelve conscientes de cosas que no habĆamos percibido. Al detenernos por unos momentos, en silencio, y concentrar la atención, comenzamos a ver todo lo que hay en nuestra experiencia. Pensamientos, sensaciones, sentimientos.
Para conseguir estar con nuestras emociones, pensamientos y sensaciones necesitamos desarrollar dos elementos, la concentración para no distraernos y la ecuanimidad, que es nuestra capacidad de no reaccionar.
A veces se interpreta la ecuanimidad como indiferencia, pero no es eso, estƔ mƔs cerca de la imparcialidad. La ecuanimidad no tiene que ser neutra. Puede estar llena de amor y bondad, simplemente no hace distinciones entre un contenido y otro. No se deja seducir por lo que es agradable, ni rechaza lo que es desagradable.
La ecuanimidad nos permite aceptar todos los contenidos como parte de nuestra experiencia, y nos da el espacio necesario para que ademƔs de aceptar nuestras experiencias podamos acogerlas con gentileza y bondad.
Si aparece un dolor le damos espacio, lo aceptamos como algo que estÔ ocurriendo en el momento y que nos conviene mÔs atender que rechazar. Al aceptarlo se ablanda algo, del propio dolor y de nuestra propia mente. Hay una relajación.
Si aparece confusión, duda, inquietud, hacemos espacio, lo aceptamos como parte de nuestra experiencia. Es solo otra experiencia mÔs. Un estado de la mente. Aparece agrado, desagrado. Son solo experiencias. La meditación es un proceso de familiarización con nuestro mundo interior.
Y podemos proponernos llevar toda la capacidad de estar con nuestras experiencias que desarrollamos en la meditación, de acogerlas y atenderlas, podemos llevar esta capacidad a las situaciones de nuestro dĆa a dĆa. Cuando algo nos molesta en nuestro dĆa, cuando aparece enfado o confusión, inquietud o ansiedad, culpa o agobio, deseo de que la otra persona haga o diga algo, deseo de que no haga o diga algo⦠podemos acoger todas nuestras experiencias con bondad, compasión y ecuanimidad.
Meditar, desarrollar concentración y ecuanimidad no nos lleva a ser indiferentes con las situaciones de la vida, nos da el espacio para que aparezcan todas las emociones, todos los elementos, las reactividades y los movimientos automĆ”ticos, permitiĆ©ndonos comprender mejor lo que ocurre, lo que nos ocurre, y asĆ decidir como respondemos a nuestra vida y a los demĆ”s. Nos da el espacio para poder acoger nuestra vida con cariƱo, para dejar de empujarnos a nosotros mismos, de exigir que los demĆ”s sean como queremos, para poder dirigir nuestra vida desde la presencia, la sabidurĆa y la bondad.
