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Una carta de defensa de Jack Gilbert

  • Foto do escritor: Sebastián Porrúa
    Sebastián Porrúa
  • 5 de jun.
  • 2 min de leitura

Tristeza por todas partes. Masacres por todas partes.

Si no hay bebés pasando hambre en un lugar,

están pasando hambre en otro. Con moscas en sus rostros.

Pero apreciamos nuestras vidas porque eso es lo que Dios quiere.

Si no fuese así, no serían tan bellas las mañanas

antes de los amaneceres de verano.

El tigre de bengala no tendría una forma tan espléndida.

Las mujeres pobres en la fuente se están riendo juntas

entre el sufrimiento que conocieron y el horror en su futuro,

riendo y sonriendo mientras alguien en la aldea está muy enfermo.

Hay risa todos los días en las terribles calles de Calcuta,

las mujeres ríen juntas en las jaulas de Bombay.

Si negamos nuestra felicidad y resistimos nuestra satisfacción,

disminuimos la importancia de su privación.  

Debemos tomar el riesgo de deleitarnos.

Podemos prescindir del placer, pero no del deleite. No de la satisfacción.

Debemos mantenernos obstinados en aceptar nuestra alegría

en la implacable caldera del mundo.

Hacer de la injusticia la única medida de nuestra atención es alabar al Diablo.

Si la locomotora del Señor nos atropella,

debemos dar gracias porque el fin fue grandioso.

Debemos reconocer que habrá música, a pesar de todo.

Estamos de pie otra vez en la proa de un pequeño barco

anclado tarde en la noche en el puerto diminuto, observando la isla adormecida.

La orla marítima son tres cafeterías cerradas y una luz abierta ardiendo.

Escuchar el leve sonido de los remos en el silencio

mientras el bote sale lentamente y después retorna

vale realmente todos los años de tristeza que están por venir.


Traducción del original inglés Brief for the Defense de Jack Gilbert.



 
 
 

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